Las fiestas patronales en honor de la Virgen del Moral tradicionalmente se venían realizando para el 8 de septiembre, sin embargo se trasladó la celebración a la última semana del mes de agosto para facilitar la presencia de los hijos ausentes del pueblo.

     Antaño tenían lugar carreras pedestres, cucañas varias, la enjabonada que consistía en atravesar descalzos una viga de madera bien enjabonada que cruzaba de parte a parte el río, ni que decir tiene el jolgorio que se producía con las caídas y los chapuzones. También se recuerda la vuelta que se daba por el pueblo cuando llegaban los músicos, cuya llegada era esperada por todo el mundo en la plaza. Sin embargo se conserva la fraternal comida de fin de fiestas de todos los vecinos y visitantes.